miércoles, 7 de abril de 2010

CRISTO HA RESUCITADO! VERDADERAMENTE HA RESUCITADO!

1. Cristo resucitado, objeto de fe. El sepulcro, aunque esté vacío, no demuestra que Cristo ha resucitado. María Magdalena fue al sepulcro y llegó a la siguiente conclusión: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto". Pedro entró en el sepulcro y comprobó que "las vendas de lino, y el paño que habían colocado sobre su cabeza estaban allí". Ni María ni Pedro creyeron, al ver el sepulcro vacío, que Jesucristo había resucitado. Sólo Juan, "vio y creyó", porque el sepulcro vacío le llevó a entender la Escritura, según la cual Jesús tenía que resucitar de entre los muertos (Evangelio). "Esto supone, nos enseña el catecismo 640, que constató en el estado del sepulcro vacío que la ausencia del cuerpo de Jesús no había podido ser obra humana". El conocimiento que, hasta entonces, Juan tenía de la Escritura era nocional, por eso afectaba solamente sus ideas; ahora, al entrar en el sepulcro vacío, ver las vendas y el sudario, el conocimiento de la Escritura se convierte en experiencial y vital. Todavía Cristo resucitado no se le ha aparecido, pero ya lo ha "visto", porque la Palabra de Dios es verdadera; las apariciones de Cristo a los discípulos no harán, sino confirmar la fe en la resurrección.

2. Cristo resucitado, objeto de proclamación. Cuando el hombre vive una experiencia profunda, no la puede callar, por más que sea consciente de que sus palabras no lograrán nunca expresar la intensidad, viveza y plenitud de la experiencia. La experiencia de Cristo resucitado fue tan marcada en el alma de los apóstoles y discípulos, que necesariamente tenían que hablar de ella, a quienes no la habían tenido. Bueno, no sólo hablar de ella, sino también testimoniarla, es decir, proclamar su verdad, incluso, llegado el caso, con el sufrimiento y con la vida. Callar esa experiencia, hubiese sido una muestra de egoísmo imperdonable. Por eso, los cristianos, durante los primeros años, y como primer anuncio, eran monotemáticos. Lo único que decían era que "Cristo fue matado por los judíos, pero que Dios lo resucitó de entre los muertos". Todo lo demás gira en torno a este grande mensaje. No proclaman ideas, por muy bellas que puedan ser, sino acontecimientos vividos en primera persona. Esta experiencia de Cristo resucitado no fue pasajera, sino que llegó a incorporarse, por así decir, a su misma existencia en este mundo, y por este motivo, nunca cesaron de proclamar con sus labios y con su vida la resurrección de Jesucristo.

3. Cristo resucitado, objeto de transformación. Hay una relación estrechísima entre resurrección de Jesucristo y transformación del hombre. Cristo, hombre perfecto, es el primero transformado al ser resucitado por Dios, llegando a ser un hombre totalmente penetrado por el Espíritu. San Pablo nos habla de la transformación ética, que comporta la experiencia de Cristo resucitado, una transformación que toca las raíces mismas del hombre: la sinceridad y la verdad. A su vez, el hombre transformado por Cristo resucitado, es capaz de transformar a otros, como la levadura es capaz de hacer fermentar toda la masa. Esta transformación ética y misionera se fundamenta en la transformación interior, operada por el Espíritu de Cristo, que hace de todo el que ha experimentado a Cristo resucitado un hombre enteramente espiritual, impregnado del Espíritu.